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domingo, 21 de agosto de 2016

LUCA PRODAN




Luca
el que no sabe anclarse a tierra firme
el que prefiere andar en la música del barro
un lugar lejano
en donde su vida solamente es el disparate intraducible de otro idioma 
        
Luca
su nombre un nimio adorno
la levedad de ser anónimo
una siesta de floripondio
la incomodidad de la búsqueda
Luca
el que se extingue en su albergue
en la soledad de un ruin sombre
antes que descender al peligroso abrazo del serpentario
mundo

mundo
el que niega un pedazo de pan
o el asiento sucio del trono
el que puede transformar su vanidad
en ayuno
antes que adular
adular y adular
antes que corromper la locura
su lealtad
ni un mantra social
ni tampoco el titán
del rock
solamente él
Luca
ya grabadas sus manos en fuego
el futuro del muerto
las líneas del héroe
un camino infinitamente
corto
y bello

Alina Kummerfeldt Quiroa, Guatemala.


2. LA MUSA DE LUCA PRODAN Y LA MÍA

En el barrio de San Telmo
Sin duda
Luca
La veía como una paloma en llamas
La hipodérmica de agua salina
La hipodérmica que tropieza en los tejados
Cuando las nubes son coros celestes en  medio de las venas

Imposibles
Como un ataúd solar donde de pronto caben las estrellas
Los ojos agrios de la media noche oxidada en una cantina de Escocia
Los pezones gimiendo como gacelas escapadas de ese par de manos
Que tocan a la niebla rota de los escaparates cuando la busca

En San Telmo
Luca
Apagaba su boca como la pecera
Donde se guarda el silencio de todas las cosas
Donde la muerte lunar se escapa todas las noches en el pico de los gallos
Y las azucenas borrachas siempre chocan con la cintura de su musa

La que no tiene
Y sólo imagina en sus yemas de aceituna
Que desnuda la anatomía del mar
En el lugar de siempre con su dentado esqueleto de nicotina

La mujer
Encala su voz de arteria menguante cuando gime
Su voz de nebulosa empañada por el frío
Sus senos de escalera sorda donde se escala tímida a la noche

La mujer que se parece a la mía
Que atraviesa las duras hogueras
El guante del alba que atrapa los astros para disecarlos

En San Telmo
Su heroína
Es un rastro luminoso
Como la mía
Que es un pulmón vestido con todas las estaciones
Con el cobre oprimido que late en el pecho
Cuando la arena llaga todos los paisajes

San Telmo es un espejo durísimo
Donde el salitre es un eclipse también hipodérmico
Donde la cirrosis hepática es solamente una broma de mal gusto
Donde la rosa convertida en monóculo
Siempre observa desde un infarto
El rocío
Que es un sueño erizado en esa epidermis
Que solamente la luna toca en la ausencia

Esos diminutos muertos que recitan poemas desde el cansancio.

Noé Lima, El Salvador.




Alina Kummerfeldt Quiroa

Alina Kummerfeldt Q

LUCA PRODAN




1.“No future”

Luca
el que no sabe anclarse en tierra firme
el que prefiere andar con la música del barro
un lugar lejano
en donde su vida sea solamente el disparate intraducible
de otro idioma
su nombre          
Luca
su nombre un nimio adorno
la levedad de ser anónimo
una siesta de floripondio
la comodidad de estar incomodo
Luca
el que se extingue en su albergue
en la soledad de un ruin somier
antes
que descender al peligroso abrazo del serpentario mundo
el que niega un pedazo de pan
o el asiento sucio
                        del trono
el que puede transformar la vanidad
y negar su hambre
antes que adular
                    y adular
                        y adular
antes que corromper la locura
su lealtad
Luca
no es ni mantra social ni el titán del rock
ni poetaporno
tiene las palmas de sus manos calcadas al fuego
las líneas del héroe
el futuro del muerto
un camino infinitamente
corto
y bello


Alina Kummerfeldt Quiroa, Guatemala.


2. LA MUSA DE LUCA PRODAN Y LA MÍA

En el barrio de San Telmo
Sin duda
Luca
La veía como una paloma en llamas
La hipodérmica de agua salina
La hipodérmica que tropieza en los tejados
Cuando las nubes son coros celestes en  medio de las venas

Imposibles
Como un ataúd solar donde de pronto caben las estrellas
Los ojos agrios de la media noche oxidada en una cantina de Escocia
Los pezones gimiendo como gacelas escapadas de ese par de manos
Que tocan a la niebla rota de los escaparates cuando la busca

En San Telmo
Luca
Apagaba su boca como la pecera
Donde se guarda el silencio de todas las cosas
Donde la muerte lunar se escapa todas las noches en el pico de los gallos
Y las azucenas borrachas siempre chocan con la cintura de su musa

La que no tiene
Y sólo imagina en sus yemas de aceituna
Que desnuda la anatomía del mar
En el lugar de siempre con su dentado esqueleto de nicotina

La mujer
Encala su voz de arteria menguante cuando gime
Su voz de nebulosa empañada por el frío
Sus senos de escalera sorda donde se escala tímida a la noche

La mujer que se parece a la mía
Que atraviesa las duras hogueras
El guante del alba que atrapa los astros para disecarlos

En San Telmo
Su heroína
Es un rastro luminoso
Como la mía
Que es un pulmón vestido con todas las estaciones
Con el cobre oprimido que late en el pecho
Cuando la arena llaga todos los paisajes

San Telmo es un espejo durísimo
Donde el salitre es un eclipse también hipodérmico
Donde la cirrosis hepática es solamente una broma de mal gusto
Donde la rosa convertida en monóculo
Siempre observa desde un infarto
El rocío
Que es un sueño erizado en esa epidermis
Que solamente la luna toca en la ausencia

Esos diminutos muertos que recitan poemas desde el cansancio.

Noé Lima, El Salvador.




Alina Kummerfeldt Quiroa

Alina Kummerfeldt Q

martes, 26 de mayo de 2015

OTTO RENÉ CASTILLO

I

Me soldaron los pasos en veinte dedos
y cuando la carne empezó a desaparecer en el fuego
recordé que siempre extrañé mi futuro
conociendo
            su inexistencia,
que sé del peso del viento
la fecha de la hoguera,
que no habían opciones,
el único camino
es el regreso

Me tajaron los pómulos me rasgaron el cuello
y cuando la carne iba desapareciendo en el fuego
recité a gritos que vale la sangre, el sudor 
el baile de la lengua,
Todo lo vale todo mi caldera
esta magia este pueblo de flores y romero,
miel y velas,
pom, mirra e incienso,
cuilco y canela

Se burlaron de mi promesa,
de mis versos
me quitaron la boca me amputaron la voz
y cuando la carne desaparecía en el fuego
silente
cantó el eco de mis ojos ardiendo
a mi nadie me mata
la muerte me tiene 
acostumbrado

Les dio rabia, terminaron por sacarme los ojos
por desfigurarme   una   a una    todas las partes,
mi carne 
        desapareció 
                en el fuego y supieron entonces
que no tenían las armas suficientes
para callar
nuestra poesía.

Alina Kummerfeldt Quiroa, Guatemala.


II
CENIZA.
A Otto René Castillo.

Quedó desnuda la ceniza
de mis huesos
la de mi mujer
en el plateado laurel
de trece voces
con sus oscuras lunas
en el rocío
y sus manantiales rotos por la melancolía

mi voz de ceniza también se desnuda

como una sepultura de papel
desde donde cantan
aves
árboles
lunares en el estómago
que se vuelven parche
a la hora de un balazo

quedó desnuda mi ceniza por el aire
en el gemido del machete
en la ceguera afilada del tiempo
en la blanca madrugada
en que Nora
llora
por los hijos que desterramos al silencio

se desnudaron también
las lágrimas
con sus gemidos
los ladridos de los perros
en el monte
el aire
con su arpa degollada por el grito
el crepúsculo bramando
como hembra desflorada
el esqueleto de las veredas
la piel del elefante
en que se convierte el cielo
en este mes de abril

quedó desnuda mi ceniza
como toro herido
con la osamenta de los mares

quedó desnuda como abecedario de hollín
cada vez que se acerca el invierno.

 Noé Lima, El Salvador.

domingo, 15 de febrero de 2015

AMY WINEHOUSE

EL OMBLIGO DE AMY.

La frágil medianoche era una tumba
un epitafio en el hocico de los perros
era un proyecto submarino en una botella
para agitar los labios en cada cubo de hielo

(no puedo dormir
mis dientes son barrotes inquietos por el frío)

De golpe me acordé de tu muerte
Amy
de tu garganta de cera virgen
que siempre fulge cuando enciendo
y sintonizo
con el humo los inviernos
que han pasado llorándote
con todo el peso del cielo
por el silencio helado de tu boca

Y de golpe
la mariposa del sueño era un susurro
como blanca pluma que escribe
en medio de las venas como espigas
-drogadas por el sol triturado en la retina-
del hondo smog de Londres
de las leguas calladas del Támesis
como un trozo de cristal
que vaga herido por buscar tu risa
tu boca de diadema celeste
para atrapar la calavera naranja
en que se convierte el reloj del Big Ben
cuando el cielo rojo de otoño es una carcajada
en todas las vidrieras

La frágil media noche se parece a tu cintura
a tus pestañas de piano prostituido
por la lasciva piel de la heroína
si es que el líquido de la droga
es otro cuerpo que te posee
vacía
sin trapecios
que hagan más anchos tus senos
las piernas exactas
para medir la espesura de la niebla
ahora marchitas por la droga
por el enmascarado hueso del hambre
de las venas
Amy
como el perro que ladra y deja su aliento pegado
como legaña pegajosa en la bóveda acústica
en que se convierten las calles
al recordarte muerta
y que no eras tan buena para quitarme el insomnio.


Noé Lima (El Salvador)

¿CUÁL ES EL CONTRATO?

El cielo es un exceso,
el mundo te reclama un teatro,
a la salida
no calientan las lenguas del sol nylon
ni hay diademas de laureles que maquillen fantasmas
decoren melenas
o cubran impecables las ausencias

De regreso a la muñeca rusa tricolor del negro
en las zanjas de mis cicatrices he sembrado 
semillas brunas
y se me escucha la voz en erupción de pétalos 
la sangre como un látigo 
rompiendo el paisaje 
por una pulgada
de calor

Duermo la siesta en el monólogo del rey
desajusto el carnaval con mi sonrisa blanca
desnuda 
no necesito salvarme de la indecencia
del pecado, la locura
me he transformado en el títere escuálido 
de la música

He perdido la dignidad vana con la muerte
en un trueque por amor
o por un trago,
habrá que ir lejos
el cielo 
sale caro.

Alina Kummerfeldt (Guatemala)




martes, 18 de noviembre de 2014

ANDRÉS CAICEDO



SABEMOS DE ALEGRÍA LOS TRISTES 

Es bendita la noche
nos hace olvidar
el horror de las cosas bajo la luz clara,
las sonrisas se descomponen en las avenidas
y marchan pegadas sin parpadear
martes   jueves   domingos

Una bulla payaso se ancla con su perfume obsceno
perforando la pupila nasal,
esa risa diarreica intenta colarse 
cuando se acercan los ojos
a inhalar la vitrina del circo 
de los imbéciles 

Cómo vivir sobreviviendo solamente en la noche,
somos hermanos en el Carrusel del desierto
sedientos de preguntas,
Cuál es infinita, la sed o la pregunta,
La respuesta es un vanidoso pretexto,
Qué importa el espejismo
Queremos
atravesar los años lamiendo libros
con el zumbido de un abrazo como música de fondo
jugando a soñar y a mojarnos
en el más hermoso cuarto oscuro
a la mitad de unas caderas
exprimiendo
hasta lo último de la urgencia

Si no es el amor urgente, entonces no,
le diremos a las mujeres
que no nos merecen,
sino te sientes deshidratada cuando me voy,
entonces no,
nos dirían los tipos que valen la pena

No nos vamos a quedar por gusto
calculando
a c u e n t a d e g o t a s e l f i n d e l m u n d o,
Escribiremos el poema de nuestra lapida,
Robaremos la leche de los números,
Seremos huérfanos del tiempo,
Pariendo en una carta a nuestros padres,
Sin caminos tal vez y sin trofeos,
Sin el respeto de los canallas
y de los estúpidos

La libertad no termina nunca,
Libres es siempre comienzo,
Sabemos de alegría, los tristes,
Nos vamos a donde quiera que estés Andresito,
a ellos los matan, nosotros elegimos
Cuál muerte vivir


Alina Kummerfeldt (Guatemala)



SESENTA PASTILLAS DE SECOBARBITAL.

Una hoja en blanco siempre está plagada de preguntas

Siempre vocifera
a lo lejos si el veneno apunta directo a las arterias

Lo hace sujetándose al calor de Cali
al aspecto de estrella de pop famélico
a la mirada llena de fuegos artificiales
saliendo de una discoteca hipocondríaca
ante ese gesto de un macondo hundido en la alcantarilla
y ese invierno arrugado en las vidrieras
después de que el corazón termine de bombear la última
canícula de ese alfabeto que grita en el estómago
y que te dice
que vas a morirte
y no hay quien toque la trompeta
en los afilados dientes de caperucita

Cali es una sutura ante el ruido de la avenida
un cariado arco en el diafragma
un cordero degollado con la sombra del tendido telefónico
con la voz de Héctor Lavoe
que resuella sobre las tachaduras
de cada nombre en la barra de la cantina
que el amor es una mierda
una bocanada con axilas de ángel
en las grietas de las paredes

Cali es una sutura de salivazos en los portones

Lo es mientras la página en blanco te llama
por tu nombre
señales particulares
cicatrices de guerra en el colegio franciscano
películas vistas a lo largo de tu vida
guiones de cine sin acabar con orgías en el celuloide
en ese beso de coral que solamente se guarda en la funda de la almohada

Lo es mientras los intestinos se convierten en olas
la respiración es una puta abotonada a los párpados del aire
la piel es una llaga ocular para el espejo retrovisor de los coches
la hinchazón de la cara es una moneda estrellada contra la luna
y los latidos del corazón son paquidermos con sueño
en el afilado murmullo de las manecillas de los relojes

Cali respira ya muy lento
Andrés
de náusea cálida como el abrazo del sol cuando  estalla sobre los mares
no dejes de respirar hasta que termine la música
esos aulladores barcos
parecidos al capilar arpegio de tu libro bajo el brazo

Sesenta pastillas de secobarbital
no me lo creo
para que un bostezo dure tanto en al alféizar cálido de los muros
ahogados con tu voz
en Cali
en el cuaderno victimario que sufre de inmolaciones
cada vez que arrancas esa página en blanco
y no puedes escribir bien tu nombre.



Noé Lima, El Salvador.